En medio de una turbulenta investigación, Mirta Rojas, una destacada dirigente social y miembro de Libres del Sur, se enfrenta a una serie de preguntas sin respuesta después de que su teléfono celular, vital para coordinar el reparto de alimentos a las familias más necesitadas, desapareciera en la marcha del 1 de mayo en Buenos Aires y reapareciera misteriosamente en el baño de la comisaría local de Florencio Varela.
Aunque se ha logrado rastrear parcialmente el recorrido del teléfono a través de Internet, la confusión y el enojo crecen ante la falta de información al respecto. La presunta desidia del jefe de policía local para esclarecer el incidente y el hecho de que el dispositivo haya sido encontrado dentro de la propia comisaría, que habitualmente garantiza la seguridad del galpón de trabajo de Rojas, han generado una atmósfera de sospecha y conflicto de intereses.
Mirta Rojas, quien cuenta con protección policial debido a amenazas previas a su seguridad, se muestra perpleja y desconcertada ante esta situación que ha calificado de “rarísima”. En declaraciones a Infosur, la activista ha expresado su frustración y ha planteado la existencia de posibles intenciones ocultas tras este extraño episodio, que ha sacudido las aguas en Florencio Varela y ha puesto a prueba la relación entre la dirigente social y las autoridades locales.